miércoles, 11 de junio de 2014

La nona

   Tiene 82 años pero parece de unos cuantos menos, su forma de vivir, sin hacerse mala sangre por pequeños problemas la han llevado a conservarse de una forma envidiable. Es chiquita, pero de carácter fuerte, con un corazón súper solidario siempre dispuesta a darle una mano a quien lo necesite.
   Sus cuatro hijos le regalaron lo que asegura ser su “tesoro más preciado”. Sus ocho nietos son para ella lo más importante en su vida, y por eso, los malcría a más no poder. Siempre que el mayor  pasa a matear algún día de la semana ella le prepara una torta. Mientras que los sábados son el día elegido para juntarse con los más pequeños para compartir juegos de mesa. Allí tampoco nunca falta una delicia casera.

Los tallarines de la abuela

   Los fideos caseros son la especialidad de la nona, una herencia de su familia italiana. Aunque también cocina exquisitos postres no hay nada como los tallarines con tuco del domingo al mediodía. Son para chuparse los dedos. Humedecer el pan en los restos que quedan es la perdición de los más chicos pero también de alguna nuera envidiosa que busca poder así encontrar el secreto de ese sabor tan especial que sólo ella  puede lograr.
   Desde temprano la abuela comienza a realizarlos, a veces con la ayuda de su nieta Camila de 12 años. Al preparar la masa, la mesada se tiñe de blanco e inevitablemente la harina vuela para todos lados. Luego viene la parte más entretenida, golpearla fuerte -“como si te estuvieras descargando contra alguien” explica- para lograr la homogeneidad necesaria. El siguiente paso es estirarla con el palo de amasar. Finalmente, sólo resta cortarlos y ya están listos para ponerlos en el agua. 

La casa de los abuelos

   Es grande, cómoda y siempre tiene ese olorcito especial a comida a casera. El living bastante espacioso les queda grande durante los días de la semana, pero apretado los domingos cuando toda la familia se reúne para compartir un buen momento.
   El patio con jardín permite descomprimir la mesa una vez terminado el almuerzo.  Los nietos más chicos salen corriendo a jugar a la pelota mientras que las nenas aprovechan que la abuela les deja cortar algunas hojitas de las plantas para hacer “experimentos”.
   Las habitaciones, que quedaron intactas de aquellos años en que era una casa de familia numerosa, son usadas los domingos por algún hijo o nuera para dormir un rato la siesta. Aunque a veces, su nieto mayor también  la usa como lugar de estudio.